A lo largo de la historia de ocupación humana del paisaje puneño, las relaciones entre poblaciones humanas y camélidos conformaron un aspecto relevantes en la reproducción social, manteniéndose o modificándose la forma en que se dan estas relaciones. Un modo de interacción que se ha prolongado en el tiempo ha sido la cacería. Desde diversas disciplinas científicas se ha abordado esta problemática, aunque es la arqueología la que se ha encargado de construir una historia de esta relación en la que se ha mostrado la relevancia de esta práctica para la reproducción social. Sin embargo, esta historia lejos esta de presentar una homogeneidad tanto teórica, como metodológica e histórica, haciéndose visible una variabilidad que es relevante reconstruir presentando las desavenencias propias del caso para la construcción del problema de investigación planteado en esta tesis. Un aspecto variable para el estudio de la cacería ha sido el foco de la investigación, asentado en tres aspectos principales: las armas utilizadas para la cacería, los análisis sobre la fauna recuperada de los sitios arqueológicos y el paisaje en el cual se dan los encuentros entre cazadores y presas. De estos aspectos, el último ha sido el que menos interés ha despertado, aunque creemos que es justamente uno de los más relevantes ya que es en el paisaje donde todos los factores implicados en la cacería se dan cita otorgándole sustento a la materialización de este encuentro. De allí surge el objetivo de esta tesis que pretende caracterizar los paisajes donde se promovieron y materializaron los encuentros entre cazadores y vicuñas en el área de Antofalla, Departamento Antofagasta de la Sierra, Provincia de Catamarca, evaluando la forma en que los diferentes factores que entran en juego en las cacerías (cazadores, paisaje, presas, tecnología, etc.) se interrelacionan y confluyen en los escenarios de caza. En este sentido, comprender a la cacería en términos de una práctica social otorga un marco teórico-metodológico relevante para el estudio de este fenómeno social, entendido como una actividad que no implica solamente un modo de apropiación de recursos, sino también cambios en el seno de las poblaciones humanas que ponen en marcha esta práctica. En este marco, la idea de relaciones entre los factores es la que da sentido a esta actividad, ya que sin esta interacción no puede ser entendida esta práctica. Para evaluar esta práctica, en los términos planteados más arriba, retomamos el caso de la quebrada de Antofalla, ubicada en el sector noroeste del Departamento Antofagasta de la Sierra. La elección de esta área recae en diversos factores que la convierten en un caso relevante para evaluar esta práctica. Por un lado presenta todas las características necesarias para su elección como paisaje para la fijación del territorio por parte de los camélidos, dadas ciertas características como son la presencia de agua, pastizales, laderas suaves y roquedales altos. Por otro lado, presenta evidencias de ocupaciones humanas de largo término y de la realización de cacerías de estos animales, permitiendo ubicar a la quebrada de Antofalla como un caso relevante para la investigación aquí propuesta. Teniendo en cuenta el problema de investigación y el caso propuestos, pensamos que una estrategia de investigación superficial tendiente a evaluar las características de los paisajes cinegéticos permitiría acercarnos de mejor manera al objetivo de esta investigación, haciendo un fuerte hincapié en una arqueología del paisaje. Para ello, en el marco del Proyecto Arqueológico Antofalla, dirigido por el Dr. Alejandro Haber, se diseñó una prospección intensiva y sistemática de la totalidad de la quebrada de Antofalla, información que conforma el cuerpo de datos principal sobre el cual versa la presente tesis. La prospección de la quebrada de Antofalla fue dividida en dos etapas: la primera de barrido de la totalidad de la superficie y la segunda de relevamiento de las unidades de registro, tendiente a homogeneizar el registro y proponer una primera interpretación de las unidades de registro. A través de la primera etapa de prospección se abarcó un total de 40 km2, en la cual se reconocieron una variabilidad muy amplia de unidades de registro que fueron separadas entre hallazgos aislados, dispersiones de material y estructuras, lo que nos permitió interpretar un uso intensivo de la quebrada para diferentes prácticas sociales, aunque en nuestro caso nos centramos únicamente en las prácticas cinegéticas. Para evaluar las características del paisaje cazador, utilizamos ciertas categorías de estructuras que nos permite vislumbrar algunas de las características más relevantes de la escenografía preparada por los cazadores para propiciar los encuentros con las tropillas de animales. Una de las estructuras más importantes para la realización de cacerías habrían sido las trincheras, definidas como pequeñas estructuras semicirculares, que, ubicadas en sectores elevados en relación a su entorno directo, permitían a los cazadores parapetarse evitando ser percibidos por los relinchos a la vez que les permite observar a las tropillas y de esta manera programar la estrategia de caza. Durante las prospecciones registramos 503 trincheras lo que nos permite suponer una utilización de la quebrada para la realización de cacerías aprovechándose la totalidad de la misma. Otras estructuras relacionadas con la cacería también fueron registradas, las que podrían relacionarse con actividades anteriores y posteriores al acto de caza, como son estructuras de refugio (refugios, escondites de agua, de leña, escondites de carne), de trozamiento (mesadas) de direccionamiento (alineaciones), etc. Todas estas estructuras se relacionaban con prácticas de caza que daban sentido a los momentos anteriores y posteriores al encuentro entre cazadores y presas. Estas estructuras conforman un paisaje que nos habla acerca de las prácticas de caza y que promueve la noción de anticipación como lógica principal de la cacería. La anticipación se relaciona con la necesidad de los cazadores de obtener blancos cercanos para poder intentar atrapar algún animal teniendo en cuenta la tecnología de estas poblaciones y las características etológicas de las posibles presas (posibilidad de escapar a gran velocidad por escarpadas laderas, percepción a largas distancias de los peligros, etc.). De esta manera la ubicación de las estructuras estaría relacionada con la búsqueda de presas cercanas, ya que se habrían acercado hacia los sectores donde se ubican las trincheras sin percibir el peligro hasta que sería demasiado tarde y el ataque ya hubiera comenzado. También la ubicación de las trincheras nos permite interpretar que las cacerías habrían sido realizadas durante el atardecer, cuando los animales en su movimiento cotidiano que une las áreas de pastura con los roquedales altos usados como dormidero, se dirigen hacia este último lugar cuando el sol comienza a descender. Esto ha sido interpretado a partir de la ubicación elevada de las trincheras en relación al entorno directo y con el escondite dirigido hacia el sector más bajo desde donde vendrían las tropillas. Esta preparación del paisaje para promover los encuentros se encontraría relacionada con la tecnología de estas poblaciones. Para evaluar las armas utilizadas para la cacería de camélidos hemos analizado el conjunto de puntas de proyectil recolectadas durante las etapas de prospección. Recuperamos 192 de estos instrumentos (entre fragmentos y piezas completas) que nos permitieron evaluar la presencia de distintos tipos de armas (arco y flecha, lanzadera, arma de mano y lanza arrojadiza), aprovechando los mismos sectores del paisaje y que en base a la comparación con conjuntos de otros sectores, como por ejemplo, la cuenca de Antofagasta de la Sierra y el Norte Chileno, pudimos suponer la realización de cacerías en diferentes momentos históricos desde las primeras ocupaciones humanas del área hasta momentos actuales, dada la presencia de cartuchos de bala. En base a estos datos, hemos podido interpretar que en la quebrada de Antofalla las prácticas cinegéticas fueron relevantes a lo largo del tiempo para las poblaciones humanas que allí vivieron. Pero para poder realizar la cacería, los cazadores debían anticiparse a los movimientos de las tropillas, lo que indica un amplio conocimiento por parte de las poblaciones humanas de sus posibles presas para obtener blancos cercanos y realizar el ataque. Pero para lograr esta situación, diversos factores deben relacionarse. Entre estos factores contamos a los cazadores, las presas, el paisaje, la tecnología, los dioses, el viento, el sol, etc. Todos estos factores se encuentran en una constante interacción unos con otros que da sentido a la cacería, permitiendo la puesta en marcha de esta práctica.