La batracofauna de los bosques australes de Suramérica está compuesta por tres familias de anuros: leptodactílidos, bufónidos y rinodermátidos. Está constituida por 38 especies y es altamente endémica, con una mayor proporción de endemismos restringidos en la vertiente occidental de la cordillera. Los bosques australes son los únicos bosques templados de Suramérica. Se ubican en el sur de la Cordillera de los Andes, principalmente sobre su vertiente occidental; sobre la vertiente oriental, en territorio argentino, se extienden en una estrecha franja aproximadamente entre 37° y 55° LS, abarcando una extensión de más de 2.000 km. Su historia evolutiva se vio afectada por transgresiones marinas, la orogenia andina, la desertización de vastas áreas, las glaciaciones y el vulcanismo y por un prolongado aislamiento de otros sistemas boscosos del continente. Todos estos sucesos actuaron sobre la historia de su batracofauna y, junto a procesos evolutivos y a las interacciones ecológicas, son responsables de su composición y estructura actual. La batracofauna de los bosques andinopatagónicos de la vertiente oriental de la cordillera está compuesta por 20 especies de anuros: 16 leptodactílidos (Alsodes australis, A. gargola, A. aff. monticola, Atelognathus aff. grandisonae, A. nitoi, A. salai, Batrachyla antartandica, B.fitzroya, B. leptopus, B. taeniata, Eupsophus calcaratus, E. emiliopugini, E. roseus, Hylorina sylvatica, Pleurodema bufonina, P. thaul), tres bufónidos (Bufo rubropunctatus, B. spinulosus papillosus, B. variegatus) y un rinodermátido (Rhinoderma darwinii). En la vertiente oriental de la cordillera la máxima riqueza específica de la batracofauna de los bosques se presenta entre los 41° y 42° LS. En relación con la disminución de la temperatura hay una disminución gradual de la cantidad de especies hacia el sur, hasta quedar sólo dos (Bufo variegatus y Pleurodema bufonina). La riqueza especifica disminuye drásticamente hacia el este, en relación con la disminución de las precipitaciones. Las especies más tolerantes a la sequedad llegan al límite oriental de los bosques e incluso una (Bufo spinulosus papillosus) lo sobrepasa extendiéndose por la estepa patagónica. Hay una neta disminución de la riqueza específica con la altitud. Sólo tres especies pueden vivir sobre los 1.700 m de altura: Alsodes gargola, Bufo varíegatus y Pleurodema bufonina. El amplio rango latitudinal y altitudinal en el que se extiende el bosque subantártico y la variación que se presenta en las precipitaciones determinan la existencia de una gran diversidad de ambientes terrestres y acuáticos. La selva valdiviana y varios tipos de bosques muy húmedos tienen la máxima riqueza y contienen a las especies más exigentes en cuanto a la humedad ambiental, a la densidad de la vegetación y a la temperatura (Batrachyla antartandica, B.fitzroya, Eupsophus emiliopugini, B. leptopus, E. calcaratus, E. roseus, Hylorina sylvatica, Rhinoderma darwinii, Alsodes aff. monticola y Bufo variegatus). Otras especies más tolerantes se extienden hasta los bosques y matorrales más xéricos y aún hasta las estepas. Casi todas las especies son habitantes del suelo del bosque, de las que sólo dos tienen, además capacidad trepadora (Batrachyla leptopus y Hylorina sylvatica). Otras dos especies (Alsodes gargola y A. australis) están estrechamente ligadas a ambientes acuáticos. Una mayoría de las especies tiene un modo reproductivo primitivo, con puestas y larvas acuáticas. Otras presentan modificaciones hacia un mayor grado de terrestrialidad con adaptaciones a la ovipostura y parte del desarrollo en el suelo húmedo del bosque (Rhinoderma, Batrachyla) o en pequeñas cavidades llenas de agua en el suelo (Eupsophus). Se identificaron cuatro grupos de larvas según sus adaptaciones ecológicas: un grupo de larvas grandes de desarrollo lento con adaptaciones a la vida en arroyos fríos de montaña (Alsodes), un grupo de larvas pequeñas de rápido desarrollo en aguas lénticas temporarias (Bufo), el grupo de larvas medianas a grandes de aguas lénticas permanentes (Hylorina, Batrachyla antartandica y Atelognathus) o temporarias (Pleurodema, Batrachyla taeníata y Batrachyla leptopus) y el grupo más divergente, que comprende las larvas de alimentación endotrófica (Eupsophus y Rhinoderma). La historia de la batracofauna patagónica puede ser rastreada desde el Jurásico, con fósiles de leptodactílidos desde el Cretácico, que indican que algunos de los grupos actuales (pertenecientes a los telmatobinos) tuvieron una distribución mucho más amplia que la actual, en relación con la mayor distribución que estos bosques tuvieron en el pasado en Patagonia. Sobre la base del análisis de los patrones de distribución actual, las relaciones filogenéticas, la antigüedad de algunos grupos y su distribución pasada, se pueden reconocer cuatro elementos batracofaunísticos. El primero está compuesto por leptodactílidos endémicos y primitivos de la subfamilia de los telmatobínos con fósiles en el Cretácico y Terciario de Patagonia y por el único representante de los rinodermátidos, endémico de los bosques templados australes; el segundo elemento contiene las dos especies de Pleurodema, género de zonas templadas de Suramérica que han invadido zonas tropicales; un tercer elemento está constituido por Atelognathus con una distribución actual en Patagonia andina y extraandina altamente endémica que debe interpretarse como relictual; el cuarto elemento está constituido por las tres especies de Bufo, género de posible origen suramericano y de amplia distribución en el mundo. Se postulan varias formas de recolonización postglacial de los anuros en los bosques de la vertiente oriental de la cordillera: una a partir de los bosques del oeste de la cordillera a través de pasos transcordilleranos bajos, otra a partir de refugios de bosque al este de la cordillera y la tercera, probablemente utilizada por las especies más tolerantes a la sequedad, a través de los ambientes no glaciados del este. Finalmente, se analiza el estado de conservación de las especies y se discuten los aspectos más críticos para su supervivencia. En general, la batracofauna de los bosques andinopatagónicos goza de una protección efectiva en territorio argentino, que abarca la posible variación de sus poblaciones en el gradiente latitudinal.