La presente tesis tiene como propósito contribuir al conocimiento sobre la tecnología metalúrgica en tiempos del Tawantinsuyu. Para ello se planteó como objetivo conocer las maneras de producción metalúrgica en la provincia de Catamarca a través de un abordaje arqueológico. Por un lado, se estudiaron las evidencias de producción registradas en el sitio Quillay (valle de Hualfín, dpto. Belén, Catamarca) que presenta un importante conjunto de hornos. Por otro lado, se recurrió al análisis de piezas de metal disponibles en colecciones de museos (Museo de La Plata, Museo Cóndor Huasi y Museo de sitio de El Shincal). Los antecedentes de estudios sobre metalurgia en la República Argentina se remontan a los primeros estadios de la disciplina arqueológica, principalmente de la mano del análisis de objetos de metal, incorporando desde las últimas décadas del siglo XX estudios de sitios arqueológicos con contextos productivos. No obstante, aún resultan escasas las evidencias sobre hornos metalúrgicos. Es por ello que, se realizó una revisión sobre estructuras pirotécnicas empleadas en las distintas etapas del proceso metalúrgico en la región Andina, con el fin de contrastar y evaluar las estructuras de Quillay. Esta investigación siguió una perspectiva antropológica sobre la tecnología, entendiendo a la metalurgia como un fenómeno holístico que vincula todas las dimensiones de la vida social, al ser un sistema integrado por lo político, lo social y lo sagrado. Por lo tanto, se indagó sobre distintos aspectos: recursos materiales, implementos y herramientas, funcionalidad, procedimientos técnicos de fabricación, secuencias de comportamiento, elecciones tecnológicas, identidad y rol de los artesanos, gestión de recursos y organización social del trabajo, todos ellos contextualizados en el sistema socio-cultural que les otorga sentido. Durante los trabajos de campo se realizaron prospecciones en el sitio que resultaron en la detección de más de una treintena de hornos asociados a desechos metalúrgicos, instrumentos de molienda, materiales cerámicos y refractarios, entre otros. Se efectuó un ordenamiento zonal dividiendo al sitio en un sector productivo con varios conjuntos de hornos y se realizó un mapeo más preciso del espacio de recintos. Se analizó el material cerámico, refractario y lítico obtenido en las recolecciones superficiales de ambos sectores. Con posterioridad, se realizaron excavaciones en hornos y recintos. A partir de los primeros, fue posible determinar la morfología completa de las estructuras pirometalúrgicas, que no se conocían hasta el momento y entender su funcionamiento. Por otra parte, las evidencias registradas en el sector de recintos permitieron considerarlo como un espacio de habitación y de producción de comida, donde fueron procesados elementos vegetales y animales a juzgar por los restos óseos y botánicos. Desde una aproximación arqueometalúrgica, se procedió a la caracterización macro y microscópica de las principales evidencias de producción. Entre los indicadores de producción metalúrgica se reconocieron hornos y escorias metalúrgicas, resto de leños carbonizados, materiales refractarios con inclusiones metálicas, fragmentos de mineral y metal e instrumentos de molienda. Mediante estudios especializados de laboratorio sobre estos materiales, se buscó dar respuesta a inquietudes vinculadas a las etapas de transformación de las materias primas, las modalidades de producción y de organización. Esta información fue complementada con estudios técnicos sobre piezas de metal inkaicas para indagar la forma en que los objetos fueron fabricados. Entre las principales conclusiones, se propone a Quillay como un taller metalúrgico a gran escala, donde se llevaron a cabo las primeras etapas del proceso productivo, es decir la metalurgia extractiva de metal de cobre. Los metalurgistas eran de la zona a juzgar por los materiales recuperados y algunas soluciones tecnológicas, que no difieren de las identificadas en otros sitios cercanos. La presencia Inka está materializada a través de elementos sutiles pero presentes, como la parafernalia cerámica estatal, la magnitud en la escala productiva, la utilización de hornos para la fundición y la salida externa del producto metálico obtenido, entre otros. Por otro lado, los hornos de Quillay presentan un diseño único dentro de las estructuras pirometalúrgicas conocidas hasta el momento para la región Andina. Por consiguiente, se propone que la práctica de fundición en este taller adquirió una modalidad tecnológica distintiva producto de innovaciones realizadas en el marco de las nuevas relaciones socio-políticas imperantes con la llegada de los Inkas a la región. Se considera a este taller como un espacio especializado inserto en una logística macroregional de producción de metales, dónde no produjeron objetos, sino que se llevaban el metal de cobre obtenido para su trabajo posterior en otras regiones. Por último, las piezas de metal participarían dentro de estrategias políticas vinculadas a prácticas sagradas, que permitieron legitimar la estructura social y afianzar el tejido social del Tawantinsuyu.