Desde hace ya muchos años, los tambos de Argentina y el mundo fueron cambiando su estructura productiva, siempre buscando ser más eficientes y rentables, pero esto no siempre resultó así y aún hoy se sigue en la búsqueda y corrección de las metodologías utilizadas con la finalidad diaria de mejorar cada uno de los procesos que componen la estructura productiva y económica de los establecimientos. La cadena productiva, comienza con una etapa que ha sufrido muchos cambios y que aún hoy es motivo de controversia y discusiones para tratar de mejorarla. Por un lado la vaca produciendo leche e iniciando su nueva vida productiva y reproductiva con la finalidad de nuevamente poder cumplir con dos objetivos fundamentales: producir la máxima cantidad de leche conservando su salud y eficiencia reproductiva. Sin embargo, por otro lado queda como producto inmediato el nacimiento de una concepta (un ternero/a) que sufrió los mayores cambios, justamente con la búsqueda de la eficiencia citada en el párrafo anterior. Pasó de una crianza natural al pie de su madre con el cuidado natural, consumo libre de alimentos y sin el estrés que significa el destete temprano, a un sistema totalmente diferente, que aún ahora no está definido en cuanto al manejo y alimentación tal que se evite el estrés del destete, optimizando su crecimiento. No por casualidad pasó a llamarse "Crianza Artificial", sin que este nombre asegure que sea mejor que una "Crianza Natural". Efectivamente fue y es necesario una constante variación y estudio para encontrar la forma más ajustada y parecida a la "Crianza Natural". Si bien durante muchos años, se utilizaron distintas formas de alimentar a estos terneros, buscando precisamente optimizar la entrega diaria de leche, restringiendo la alimentación natural (le-che) de estos terneros, con el objetivo de hacerlo rumiante lo antes posible, sin importar lo que pasaba en una "Crianza Natural" al pie de su madre. Drackley (2001) propuso la "Crianza Acelerada" o "Alimentación Intensificada" sugiriendo llamarla "Crecimiento Biológico Normal", ya que el ternero tiene que cubrir su requerimiento de mantenimiento y luego el de crecimiento que puede ser satisfecho de la misma manera que lo hace junto a su madre, pero teniendo en cuenta cada una de las circunstancias diarias de estrés que tiene que soportar como inclemencias climáticas, enfermedades, medidas de manejo, competencia con sus pares, etc. Esto es a los fines de atravesar esta etapa crítica de su vida de la mejor manera posible, aportando al rodeo vientres productivos y saludables, que expresen al máximo su potencial genético. Estos requerimientos fueron descriptos en NRC (2001), aunque han sido continuamente corregidos (Van Amburgh et al., 2014). Durante la última década se ha comenzado a estudiar el efecto del aumento de la oferta de alimento líquido a los terneros de tambo, citándose como ventaja una mayor ganancia de peso (Hill et al., 2008) y altura (Kertz et al., 1998), aunque existe un atraso en el desarrollo ruminal y un menor consumo de alimento sólido (Khan et al., 2011). A su vez, se conoce que puede afectarse la performance de las terneras en sus futuras lactancias (Heinrichs y Jones, 2011; Soberon et al., 2012) modificando el programa de alimentación durante las primeras etapas de vida. Esta maximización de la producción en sus primeras lactancias se ha registrado con aumentos de producción que van entre 0 litros a 1403 litros de leche extra en su vida productiva (Van Amburgh et al., 2014). Si bien existen numerosos ensayos acerca de los programas de alimentación en la crianza artificial de terneros, se debe continuar profundizando el estudio de los mismos para cono-cer con precisión su relación con el consumo de alimento sólido y la respuesta en creci-miento, que afectarán posteriormente la performance productiva de los animales.