La presente investigación, se circunscribió al estudio de la implementación del diseño curricular de 1995, sus consecuencias y huellas que marcaron a una generación de ingenieros, que estudiaron con él formando su perfil profesional de acuerdo a la formación obtenida en las aulas, tanto teórica como práctica, que le permitió enfrentar los desafíos del mundo laboral, con mayor o menor éxito, según sea el caso de quien lo describa. Por su parte, los organismos de control y evaluación de las universidades, tuvieron su influencia en la ejecución de dicho diseño, haciendo que los estamentos universitarios reflexionen sobre sus acciones, deberes y obligaciones, a manera de una autoevaluación, sincerando variables, antes no tenidas en cuenta, transformándose de a poco, en una forma de análisis interno de las debilidades, fortalezas, oportunidades y amenazas que tiene la carrera, frente a un escenario real y frente a uno planteado en el futuro. Esta autoevaluación, al principio es vista con recelo por parte de los estamentos universitarios, pero, poco a poco, se van dando cuenta que es un medio para saber dónde se está parado, y tomar decisiones lo más ajustadas posibles a las necesidades de la carrera. Esto, y el análisis permanente de la marcha de la implementación del nuevo plan de estudios torna una fuerte tendencia a la profesionalidad de los actores de estos cambios, que por más que fueran impuestos por agentes externos, los cambios son vivenciados y experimentados por los integrantes de las universidades en cuestión.