Bolivia es un país que ha sufrido pérdidas irreparables en las Guerra del Pacífico, donde perdió su salida al mar, y se transformó en un país mediterráneo. Evo Morales ha prometido a su pueblo no retirarse sin antes devolverle su salida al Pacífico y ha enviado una delegación al Tribunal de La Haya. La otra contienda tremenda fue la Guerra del Chaco. La Guerra del Chaco fue un enfrentamiento de dos empresas multinacionales de petróleo, la Deutch Shell Oil en Paraguay y la Standard Oil de Inglaterra que explotaba pozos en Bolivia. A luchar por defender intereses foráneos fueron enviados todos los jóvenes bolivianos de todas las regiones del país. Fue la última guerra de trincheras de la historia, los soldados bolivianos murieron bajo las balas o por las aguas infestadas por los paraguayos con microbios de toda índole, como de la fiebre amarilla y paludismo. Al final de la guerra arbitró el Canciller argentino Saavedra Lamas, y Bolivia perdió el Chaco. El proceso democrático en Bolivia ha consistido, en general, en un proceso amplio y profundo de cambios. No solamente abarcó una gama amplia de instituciones, todos los poderes del Estado con implicaciones en el campo económico, sino también cambios de renovación total del sistema. Se buscó afianzar una institucionalidad democrática, abierta y responsable a la participación de los ciudadanos como individuos libres y capaces de tomar decisiones racionales. Esa institucionalización es imperfecta pues los sufrimientos y problemas de una gran parte de la población no han sido superados aún. A los problemas de pobreza y exclusión social, se agregan los de discriminación, falta de equidad y corrupción. La democracia no parece aún consolidada, hay una brecha entre las condiciones materiales de vida y las aspiraciones de consumo de una parte de la población que alimenta el malestar social producto de esa insatisfacción. Desde comienzos del nuevo siglo he trabajado de manera antropológica en barrios de la periferia platense. Me aboqué principalmente a La Favela. Desde entonces mi inquietud por nuestros hermanos latinoamericanos fue in crescendo. En Bolivia, como en muchos países de nuestra región, los conflictos se expandieron y llevaron al descubrimiento de nuevas oportunidades económicas, como ha sido la de las reservas de gas natural. Bolivia se ha caracterizado por dos tradiciones en su desarrollo político. Una tradición de legalismo y constitucionalismo, y una tradición de movilización, al margen del sistema formalmente constituido. Ambas tradiciones se han superpuesto y provocado inestabilidad política frecuente. Desde la Revolución de 1952, ese espíritu de movilización se ha mantenido vivo, hablamos de la Central Obrera Boliviana (COB ) y de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros (FSTMB). En 1095,como el funcionamiento de las minas bolivianas es subterráneo resultaba más costoso que las minas a cielo abierto de Malasia, Brasil, Indonesia. La Federación Minera sufre un duro golpe pues colapsan los precios. Esa crisis minera facilitó la instalación de una democracia liberal. Que por cierto influyó en la sociedad civil. Se establece la Confederación Sindical Ünica de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) en 1979, y rechazan la subordinación al Estado que regía desde la Reforma Agraria de 1953. Bolivia está considerado, social y geográficamente entre los países con mayor desigualdad. La desigualdad, a veces, es difícil de probar. Hay evidencias entre las clases sociales, entre los indígenas y no indígenas, rurales y urbanos y entre las diferentes regiones. Es de vital importancia, y esto quiero recalcar en este trabajo, el factor étnico. La estructura de clases de Bolivia refleja su composición étnica, los descendientes puramente indígenas han sido colocados en el último escalón. Los pueblos indígenas si conservan su cohesión social y su interés común y demandan ser considerados como ciudadanos. Es el objetivo de las luchas campesinas. Las desigualdades sociales, cuando parecen insalvables por el poco dinamismo social o porque coinciden con fuentes de diferenciación como las étnicas, ponen en duda los principios básicos de la democracia. Sin embargo una mirada de conjunto hacia el proceso transcurrido desde la transición democrática reconocería que el país avanzó mucho en ese sentido. Pero esa institucionalización aún es imperfecta e incompleta. Hay que determinar, como dice John Rogers Searle, que todo estado intencional como principal componente tiene al contenido intencional que determinan las condiciones de satisfacción de ese estado. Es decir, determina qué condiciones han de obtenerse para que el estado sea satisfecho. Qué debe hacerse para que esa intención sea realizada o la creencia resulte verdadera o la expectativa sea cumplida. Cualquier estado intencional representa un conjunto de estados intencionales donde se asienta y que lo contiene.