La experiencia clínica con pacientes “esquizofrénicos” es el disparador teórico y clínico de la presente investigación. La búsqueda de respuestas, ante el acontecimiento siempre inédito de la escucha psicoanalítica del sujeto, dio lugar a una investigación cuyo objetivo es: analizar el encuadre, la pertinencia y la eficacia de una modalidad de intervención clínica que apunte al montaje del “marco de la escena” en el tratamiento psicoanalítico del sujeto en la psicosis esquizofrénica. El abordaje histórico y actual de los desarrollos con respecto a la esquizofrenia en la psiquiatría y en el psicoanálisis, nos permitió delimitar el campo de investigación, de modo tal que se certifique la originalidad de la perspectiva teórico-clínica adoptada por la presente investigación, a saber: el abordaje no deficitario de la esquizofrenia. Con respecto a la psiquiatría, analizamos los distintos enlaces con la locura: la medicalización de la locura; la clínica de las enfermedades mentales, donde el síntoma pasa a ser un signo semiológico asociado a la evolución de las mismas; la fuerte referencia anatomopatológica, desde donde las enfermedades mentales pasan a ser establecidas a partir de la densidad que ofrece la exploración de los órganos; y por último, el surgimiento del campo de la psicopatología, que da lugar a la especificidad del fenómeno clínico, criticando a la semiología clásica por el análisis segregado y el olvido de la dimensión global del funcionamiento del sujeto. Teniendo como base lo propuesto por los principales referentes del campo, interrogamos también el abordaje clínico sostenido actualmente por la psiquiatría. Tal recorrido nos permitió plantear a la esquizofrenia en términos de enigma, es decir, como un campo abierto de investigación. Habiendo delimitado el campo de la psiquiatría, ahondamos en las diferencias con respecto al psicoanálisis. El síntoma es el punto de bisagra elegido, ya que para la psiquiatría es un signo de enfermedad y para el psicoanálisis delimita el campo de lo analizable. El lugar y función del síntoma en el psicoanálisis freudiano y lacaniano fue lo que condujo el interrogante con respecto al “síntoma” en la esquizofrenia, es decir, a lo propio de este sujeto en transferencia. Con el objetivo de circunscribir la esquizofrenia en tanto entidad clínica delimitamos y analizamos las diferencias con respecto al abordaje propuesto por la escuela inglesa de psicoanálisis y la escuela francesa de psicoanálisis, especialmente nucleada alrededor de Jacques Lacan. Con respecto a la escuela francesa de psicoanálisis, ampliamos el análisis sirviéndonos de autores contemporáneos a Lacan y poslacanianos que se dedicaron de modo especial al abordaje clínico de la esquizofrenia. De modo general, la perspectiva teórico-clínica adoptada por la presente investigación parte de la definición de estructura clínica propuesta por Lacan, pero desde una sustancial crítica con respecto al abordaje deficitario del campo de las psicosis, del cual se desprenden afirmaciones como: “No hay sujeto”, “no hay deseo”, “no hay transferencia”, es decir, no hay nada que sostenga el “lugar del analista”. Teniendo en cuenta que tales afirmaciones se anulan a sí mismas, estancando el desarrollo del campo teórico-clínico de las psicosis, nos dedicamos a rescatar, a partir de un cuidadoso análisis de la obra de Freud y Lacan, la importancia del carácter transclínico de algunos conceptos fundacionales del campo psicoanalítico. Desde una clínica diferencial planteada en términos de transferencia, dejamos de apelar a la presencia o ausencia de elementos, centrándonos en la relación del sujeto con el saber en juego en las distintas entidades clínicas: neurosis, perversión y psicosis. Para Lacan, las psicosis delimitan un campo particular y específico, equivalente al de las neurosis y al de las perversiones. En este sentido, la esquizofrenia, en tanto entidad clínica perteneciente al espectro de las psicosis, solo compone el campo psicoanalítico de lo analizable si supone como mínimo la noción de sujeto, transferencia y deseo. Plantear la clínica diferencial en términos de saber, es decir, sostenida en la relación del sujeto con el saber, permite el despliegue de dicha perspectiva, delimitando el “lugar del analista” en la escucha del sujeto en la esquizofrenia. Este es el punto de anclaje de la presente investigación, en el marco teórico que nos brinda la obra de Lacan. Construcción esta que no hubiera existido sin el soporte de la intuición freudiana en el campo clínico de las psicosis. Con respecto a la obra freudiana, desarrollamos de modo especial el deslizamiento de lo “no analizable” del campo de las psicosis al lugar de garante de la veracidad de la teoría psicoanalítica, ocupado por el psicótico. La intuición clínica de Freud ha conducido la presente investigación en la búsqueda de lo propio del sujeto en la esquizofrenia: las alucinaciones, el “lenguaje de órgano” y la sobreinvestidura de la representación-palabra, todos los cuales son para Lacan fenómenos elementales. Con relación a la obra lacaniana, delimitamos y analizamos al menos tres ejes de conceptualización de las psicosis. El primero se desprende del desarrollo con respecto a lo constitutivo de la imago. El segundo tiene como eje el campo de lo simbólico, del cual se desprende la “forclusión del significante del Nombre-del-Padre” en las psicosis. Y el tercero proviene del análisis y desarrollo propuesto a partir de la caída de la primacía de lo simbólico y de la consecuente equivalencia entre real, simbólico e imaginario. Dicha reconfiguración conceptual, que tiene en la clínica su principal sostén y en la lógica nodal la base de su formalización, culmina en el despliegue del sinthome en su función de suplencia a una falta inaugural de la estructura, siendo esta una y transclínica. Es fundamentalmente con respecto al tercer eje de conceptualización de las psicosis, que no es sin el primero y segundo eje, que la presente investigación avanzó en su desarrollo. El sinthome, en tanto suplencia a una falta inaugural, nos permitió sostener una lectura no deficitaria del campo de las psicosis y, por lo tanto, de la esquizofrenia. Tal recorrido tuvo en el interrogante con respecto al lugar y función del Nombre-del-Padre en la estructuración psíquica del sujeto su principal referente. El desarrollo con respecto a este interrogante nos permitió delimitar una suerte de pasaje de una estructura “completa”, cuya falta es contingente y referida a la “forclusión del significante del Nombre-del-Padre”, a una estructura de entrada incompleta, siendo la falta (“no hay relación sexual”) el fundamento mismo de dicha estructura. Haber delimitado la lógica en la cual reposa el cambio de perspectiva, nos permitió formalizar el pasaje de un abordaje “deficitario” a uno “no deficitario” del campo de las psicosis, a partir del cual investigamos el campo teórico-clínico de la esquizofrenia. Si bien seguimos teniendo que dar cuenta de la “forclusión del significante del Nombre-del-Padre”, apuntamos a no buscar en ella lo propio de la esquizofrenia. Entendemos que el sujeto en la psicosis esquizofrénica dispone de una particular configuración psíquica, que se da a ver en su presentación clínica, dejando en evidencia la función activa del cuerpo en el cifrado del enigma del sujeto. En este sentido, el sujeto en la esquizofrenia dispone de la capacidad de volver enigmático el propio cuerpo, operación esta que logra inscribirse a partir de una modalidad de intervención clínica que apunte al montaje del “marco de la escena”. El armado conceptual con respecto al montaje del “marco de la escena” proviene del psicoanálisis freudiano y lacaniano pincelado por el arte, en este caso, el teatro. El “esquema de la puesta en escena” freudiana, referida a los sueños, nos permitió analizar el “cuidado de la representabilidad”, extrayendo de dicho análisis el “marco de la escena” en términos de lo escrito, es decir, trazo erógeno, pulsional, que atañe al cuerpo. Llegados a este momento, Lacan es quien nos permitió avanzar en la definición del montaje del “marco de la escena” a partir del desarrollo sobre el pasaje a lo real de la escritura, del cual precipita lo escrito en tanto invención. Habiendo enmarcado el campo de lo escrito y teniendo en cuenta que este concierne de modo especial al cuerpo, buscamos delimitar lo estructural del cuerpo en la puesta en el plano de lo escrito, lo que hace del espacio el gran protagonista. De acuerdo con lo desarrollado, el montaje del “marco de la escena” actúa en el campo de lo escrito, es decir, “da lugar” a la puesta en el espacio del cuerpo, de la cual precipita la puesta en el plano de lo escrito. Entendemos que el sujeto en la esquizofrenia, por tener en el cuerpo el resorte de su padecer, tiende a espacializarse, por lo cual, intervenir clínicamente con y en el “espacio” se hace necesario, ya que en él precipita el tiempo que aloja al sujeto. Entonces, partiendo del principio de que la modalidad de intervención clínica propuesta opera desde los recursos propios del sujeto en la esquizofrenia, legitimándolos, nos preguntamos: ¿es posible el montaje del “marco de la escena” en la esquizofrenia? ¿Cómo entender la expresión “hay que prestarles el marco”, usualmente utilizada en la conducción del tratamiento de pacientes esquizofrénicos? Para lograr investigar el encuadre, la pertinencia y la eficacia de una modalidad de intervención clínica que apunte al montaje del “marco de la escena” en el tratamiento psicoanalítico del sujeto en la esquizofrenia, adoptamos como referente la lógica deductiva que corresponde al método hipotético-deductivo en el encuadre de una investigación de diseño longitudinal, a saber, el estudio de casos clínicos. Los estudios de casos, construidos e interpretados a través del razonamiento abductivo y analógico, nos permitieron llevar a cabo la investigación. El criterio de eficacia de la modalidad de intervención clínica propuesta es el armado o sostén del “lazo social” mediante la operación de suplencia, formalizada a partir del desarrollo del sinthome. Entendemos como suplencia la operación que permite al sujeto en la esquizofrenia reconocer algo suyo en esto que es de todos: la normativa social. Se apunta a habilitar el lazo social, lo que supone la construcción de un discurso que dé cuenta de la radical exterioridad lenguajera que acomete al cuerpo del sujeto en la esquizofrenia. Entonces, teniendo en cuenta las particularidades del esquizofrénico en transferencia, lo que necesariamente supone el lugar del analista, hemos construido y analizado tres estudios de casos a partir de los cuales se investigaron las directrices de la modalidad de intervención clínica propuesta. Se suma a dicho análisis el aporte brindado por los talleres de teatro, cuyos recortes escénicos nos permitieron delimitar lo propio del quehacer del esquizofrénico en la “puesta en escena”. La particular articulación entre los supuestos teóricos seleccionados y analizados y los estudios de casos, que tienen en la labor de los talleres un importante sostén, nos permitió llevar a cabo la presente investigación, cuyos resultados y conclusiones apuntan a confirmar la hipótesis de partida. Por lo cual, el montaje del “marco de la escena” es una modalidad de intervención clínica pertinente y eficaz en el tratamiento psicoanalítico del sujeto en la esquizofrenia. Dicha modalidad de intervención clínica, teniendo en cuenta la singularidad del caso a caso, accede y legitima, a través de la transferencia, los recursos propios del sujeto en la esquizofrenia, también analizable.