Las formas de denominación de las personas desempeñan un papel fundamental en la estructuración de las sociedades ya que los nombres y apellidos confieren identidad, singularidad y permiten señalar la pertenencia de quienes los portan a una o varias familias o linajes. En este trabajo se utilizan los antropónimos de los casabindos, grupo indígena propio de la puna de Jujuy, Argentina. Se realiza el seguimiento de los casabindos y sus descendientes a lo largo de un período de más de 400 años, a partir de la información consignada en una serie secuencial de registros de población, para analizar las características del sistema nominativo y la estructura poblacional. Las fuentes primarias utilizadas corresponden a un documento del siglo XVI sobre el bautismo del cacique de Casabindo; al padrón más antiguo existente para casabindos y cochinocas, de mediados del siglo XVII; a un padrón de tributarios de Casabindo fechado en 1688; a dos registros de población de fines del siglo XVIII; al Segundo Censo Nacional de la República Argentina realizado en 1895 y a los padrones electorales de 1982 y 2001. Se analizó el origen (autóctono o foráneo), la frecuencia y perduración de las formas de denominación y su transformación entre 1557 y 2001. La estructura demogenética se estimó mediante el cálculo de parámetros isonímicos indicativos de consanguinidad, aislamiento, sedentarismo y migración que se relacionaron con información demográfica como tamaño poblacional, distribución de la población por edad y sexo, estado civil y composición familiar. Los resultados obtenidos permiten conocer una serie de antropónimos usados en Casabindo en épocas prehispánicas, que sufrieron un proceso selectivo que transformó a los nombres nativos masculinos en apellidos y provocó la desaparición de los nombres femeninos. La evolución del sistema nominativo en Casabindo se caracteriza, durante el siglo XVI, por la presencia exclusiva de nombres autóctonos, simples o compuestos, propios de cada sexo y que cambian de generación en generación. La población del siglo XVII todavía registra antropónimos diferentes en varones y mujeres donde la mayoría presenta un primer nombre español otorgado en el bautismo y un segundo nombre indígena mientras que en una ínfima proporción se observa que ambos apelativos son de origen español. A fines de este siglo comienza la transmisión del segundo nombre entre generaciones con sistemas paralelos padre-hijo y madre-hija. En el siglo XVIII, en cambio, toda la población presenta un primer nombre español y un segundo nombre indígena que corresponde a los propios de los varones en los siglos anteriores. El segundo nombre paterno, ya transformado en apellido, se transmite a toda la descendencia. En cuanto al origen se advierte que los apelativos autóctonos son los más frecuentes y que representan más del 90% de la población total hasta el siglo XVIII y descienden al 50% en el período que va desde 1895 a 2001 con el correspondiente aumento de los portadores de apellidos foráneos, fundamentalmente de origen español. Esto representa un cambio significativo y marca la apertura de la población de Casabindo al descender el aislamiento en el que se encontraba hasta este momento. Durante los dos primeros siglos analizados se registra una población aislada donde las barreras no serían geográficas sino que estarían relacionadas con la organización familiar y administrativa colonial representada por el ayllu y la encomienda respectivamente. Esta explicación se fortalece por los elevados coeficientes de consanguinidad y sedentarismo y los bajos valores encontrados para los indicadores de inmigración reciente y diversidad de apellidos que definen a la población de Casabindo como cerrada, al menos hasta fines del siglo XIX. El escaso movimiento poblacional reconocido en Casabindo, en virtud de las diferencias intersexuales que presentan los dos últimos indicadores mencionados, habría estado a cargo de las mujeres y relacionado con la residencia virilocal propia del sistema de encomiendas. A pesar de estos acontecimientos sociodemográficos y de la dinámica antroponímica, es posible establecer la perduración en el área original de cuatroapellidos, originalmente nombres indígenas, por más de 400 años y de un conjunto de otros 21 nombres desde mediados del XVII hasta hoy. A principios del siglo XXI se observa una dispersión gradual selectiva del tronco antroponímico original de los casabindos en los territorios vecinos, el NOA y otras regiones argentinas. El seguimiento de los antropónimos, en cortes temporales de aproximadamente 100 años, permitió analizar, indirectamente, la estructura demogenética de las poblaciones por el método isonímico y la dinámica poblacional en la zona de Casabindo entre los siglos XVI y XXI identificando fenómenos demográficos y microevolutivos como la migración y el aislamiento. La permanencia espacio-temporal de estos antropónimos sugiere el probable mantenimiento de características biológicas distintivas en descendientes de la población colonial del área de Casabindo, que hacen que estos apellidos puedan ser homologados a marcadores moleculares para inferir el posible origen de un individuo o sus antepasados, según sus apellidos. La relación entre antroponimia y marcadores moleculares en la población actual y en restos humanos arqueológicos ofrece nuevas posibilidades de reconstruir el tronco original de la población prehispánica del sector central de la Puna de Jujuy, contribuyendo a profundizar el conocimiento sobre la identidad y el patrimonio bio-cultural de la población actual de la zona Casabindo y de la provincia de Jujuy.