La expansión contemporánea de los límites de las producciones artísticas, en sus soportes, técnicas, emplazamientos y relaciones, posibilita el desarrollo de nuevos formatos de arte y de experiencias estéticas. En este contexto, el sticker se establece como medio portador de sentido artístico y se afianza ante la mirada atenta que lo legitima. En la actualidad la explosión del sticker como objeto artístico es un hecho innegable, sucede en las calles, bares, autobuses, terminales de ómnibus, baños públicos, parques y plazas, postes de tendido eléctrico, señales de tránsito, vidrieras, muros, bancos, tachos de basura y otros elementos cotidianos que se transforman en soportes esporádicos de estas prácticas efímeras y todo esto, ante nuestra mirada absorta. Un aspecto destacable del sticker es que no sólo entiende lo urbano como espacio público, sino que también interviene en los espacios privados, como por ejemplo un skate, una mochila, cascos, bicicletas, agendas, etc. Están ahí, a la vista de todos y reconocido por pocos. Y también se dan ocultos, esperando el encuentro con la mirada experta. Incluyendo dentro de sus ámbitos de exposición tanto lo público como lo privado. En este trabajo presento una investigación referida al sticker y a su posible status de objeto artístico; pretendo aportar un análisis posible de estas prácticas insertas en el ámbito urbano público y privado, para intentar que se reconozca al sticker como manifestación artística contemporánea. También me interesa armar un marco teórico específico y aportar un análisis complementario del tema plausible de ser aplicado en el ámbito académico y otras áreas de incumbencia. Es mi interés iniciar la discusión y responder la pregunta de si puede el sticker ser considerado una manifestación artística.