La agricultura y la alimentación son actividades estrechamente vinculadas de las cuales dependen todas las sociedades. Actualmente, parte de la reposición de nutrientes en los sistemas agrícolas se realiza a través de fertilizantes minerales que se obtienen, en gran parte, de yacimientos finitos. Luego, parte de estos nutrientes constituyen los alimentos que tienen por destino, mayoritariamente, los centros urbanos, finalizando, una vez aprovechados por los seres humanos, en rellenos sanitarios, ríos o mares. Esto genera un flujo unidireccional de los nutrientes desde fuentes de alta concentración a fuentes de baja concentración, lo que permite inferir que las futuras generaciones no contarán con fuentes de alta concentración para reponer los elementos extraídos de los sistemas agrícolas. Aunque la existencia o reservorio total de nutrientes a nivel de planeta no cambiará, sí lo hará su concentración y distribución. Las generaciones futuras requerirán concentrar los nutrientes, lo que implicará un incremento en los costos económicos y energéticos. Para poder proyectar una sostenibilidad de la agricultura y la alimentación es necesario superar la visión lineal que prevalece en el abordaje de las mismas y convertirla en cíclica, es decir, pasar de una noción de “sistema alimentario” a una de “ecosistema alimentario”. Aún es incipiente el interés por vincular los flujos de nutrientes entre agricultura y alimentación y tratar de cerrarlos para buscar una mayor autosuficiencia. La generación de un ciclo de nutrientes entre la ciudad y el campo podría lograrse utilizando los residuos sólidos urbanos y aguas servidas. Adicionalmente, es necesario tener en cuenta que muchos de los nutrientes relacionados con la agricultura son exportados, siendo muchos de ellos destinados a la alimentación animal, lo que afecta la autosuficiencia en el ecosistema alimentario. El objetivo general de la tesis es conocer los flujos de nutrientes en el ecosistema alimentario de la provincia de Buenos Aires y su relación con la sostenibilidad, asumiendo que actualmente presenta un flujo unidireccional de nutrientes desde los sistemas agrícolas a los cuerpos de agua. Para el análisis de los flujos de nutrientes en el ecosistema alimentario de la provincia se tomó como referencia el período 2005-2006. Se consideró la conservación de los nutrientes del suelo a partir del cálculo del balance de nutrientes (N, P, K, Ca y S) en horticultura, cultivos extensivos y producción de carne y leche bovina. Se analizó la conservación de los nutrientes del suelo presentando un escenario de cambio de las exportaciones de granos y harinas con destino a la alimentación animal por diferentes tipos de carnes (vacuna, de cerdo o de pollo) producidas a partir de estos alimentos. Finalmente se evaluó la reposición potencial de nutrientes de la ciudad al campo a partir de su reciclaje en la alimentación de la población, considerando los residuos sólidos urbanos y aguas servidas, en relación a las extracciones del conjunto de actividades agropecuarias analizadas. La extracción de nutrientes en la provincia de Buenos Aires por las diferentes actividades agropecuarias fue mayor que la reposición entre fertilización y fijación biológica, lo que señala la disminución de su reservorio en el suelo, con el consiguiente riesgo para la sostenibilidad. La horticultura es la actividad que mejor conserva los nutrientes del suelo (a excepción del K), siendo las producciones más intensivas, que se realizan cerca de los centros urbanos, las que generan mayores excedentes de nutrientes. Estos excedentes deben ser tenidos en cuenta por el riesgo de contaminación que pueden generar por lixiviado en los acuíferos, principalmente, de nitratos. En cambio, las producciones hortícolas semiextensivas (papa (Solanum tuberosum L.)) generan las mayores pérdidas de K, Ca, e incluso de N. También se encontró que la ganadería (producción de carne y leche bovina) genera, en toda su extensión, un vaciamiento de los suelos en K, Ca y S y, además, de P en las zonas de pastizal natural. La fijación biológica de N es una vía natural de ingreso que permite reponer, adecuadamente, este nutriente en la totalidad de los suelos ganaderos de la provincia. La producción de leche, siendo aún más extractiva que la de carne, genera mayores excedentes en N y P por la fertilización y fijación biológica (N), pero mayores pérdidas por unidad de superficie en el resto de los nutrientes (K, Ca y S). Los cultivos extensivos producen un vaciamiento de todos los nutrientes en los suelos (N, P, K, Ca y S). A excepción de P en trigo (Triticum aestivum L.) y cebada cervecera (Hordeum vulgare L. var. distichum), en el resto de los cultivos, se registraron pérdidas en todos los nutrientes, siendo la soja (Glycine max (L.) Merr.) el principal responsable de la pérdida de nutrientes. Los nutrientes contenidos en la exportación de granos y harinas con destino a la alimentación animal constituyen el 66% de los nutrientes del conjunto de cultivos extensivos. La producción agrícola de estas exportaciones genera balances negativos en todos los nutrientes. La sustitución de las exportaciones de granos con destino a la alimentación animal por la de carne obtenida con los mismos (vacuna, de cerdo o de pollo), implicaría una disminución de las salidas de nutrientes de entre 84 y 92%, dependiendo el tipo de carne. Esto implicaría alcanzar, en la superficie que produce los granos con destino a la alimentación animal, balances positivos de N, P y S para cualquiera de las producciones de carne, y de Ca con las producciones de carnes de cerdo y de pollo. Esto implica aportar al mantenimiento de la fertilidad química del suelo en el 46% de la superficie destinada a cultivos extensivos. El consumo anual de alimento fue de 583 kg por persona. Los nutrientes contenidos en estos alimentos representan el 11% del total de nutrientes extraídos por las principales actividades agropecuarias de la provincia. De los nutrientes en los alimentos, un 93% fue ingerido, mientras que el 7% restante fue derivado a residuos sólidos urbanos. Esto implica una posibilidad de reposición de sólo el 10% de los nutrientes que se extraen en las actividades agropecuarias a partir de las aguas servidas y del 1% por residuos sólidos urbanos. El funcionamiento actual del ecosistema alimentario de la provincia de Buenos Aires presenta un riesgo para la sostenibilidad porque los suelos que producen alimentos están disminuyendo la dotación de nutrientes, y la reposición potencial de los mismos a partir del cerramiento de los flujos entre la ciudad y el campo, es baja. Considerando el predominio de fuentes minerales finitas para la reposición, una posibilidad a corto plazo es cambiar el tipo de producto exportado, mientras que, en el largo plazo, será necesario repensar el ecosistema alimentario global para incrementar la vinculación de los nutrientes entre la ciudad y el campo, y entre países productores y demandantes de alimentos.