Se plantean como hipótesis para esta investigación, primero, que un espacio habitacional de mayor calidad, aunque no contribuya directamente a solucionar los problemas estructurales de pobreza e inequidad comentados anteriormente, puede ayudar a mejorar y equilibrar las condiciones de vida de la población, en un mundo cada vez más urbano. En este sentido, el espacio público como “lugar de relación y de identificación, de contacto entre las personas, de animación urbana, y a veces de expresión comunitaria”13, cobra una importancia fundamental en las áreas habitacionales de la ciudad, por lo que su diseño constituye un significativo objeto de análisis, si se quiere aportar a la construcción de asentamientos más humanos. Segundo, que habitar implica crear vínculos con el territorio, poder sentirlo como propio, como parte constitutiva del ser en ese lugar. Recurrir a orientaciones de diseño propuestas en un momento de reflexión profunda sobre la ciudad, puede constituir una fuente de alternativas para concebir e intervenir el espacio público habitacional, de tal forma que contribuya en la interrelación entre las personas y el territorio, el establecimiento de conexiones que permitan a éstas asignar un significado al lugar donde viven. Así, pueden favorecerse acciones de apropiación sobre dicho lugar, que propicien a su vez la interacción social, tal como lo señala Del Acebo cuando afirma –al analizar la teoría sobre la ciudad propuesta por Weber– que el equilibrio entre habitante y ciudad es posible “si aquél siente como propio al ámbito donde vive, si existe un sentido de «radical» pertenencia que involucre al sujeto”. Por último, se plantea que las décadas de 1950 y 1960 constituyen, posiblemente, el momento de producción intelectual más intensa relativa al diseño de los espacios urbanos desde los inicios de la modernidad hasta nuestros días, en cuyos planteamientos pueden encontrarse respuestas a problemas espaciales que presenta la ciudad contemporánea en su periferia. Las ideas exploradas durante este periodo ampliaron sustancialmente la perspectiva a partir de la cual se abordaban, hasta entonces, los asuntos relacionados con la construcción de la ciudad, proponiendo una comprensión del espacio público como paisaje urbano al incluir en consideraciones de diseño, entre otros, aspectos como la cultura, la identificación, la memoria colectiva, los múltiples significados del uso del espacio, la relación subjetiva entre el ser humano y el mundo que le rodea.