El objetivo primario de este trabajo es ampliar el conocimiento taxonómico de las Branchinectidae de nuestro país. En el primer capítulo he expresado mi interés en el grupo y, la importancia que considero que tiene una buena sustentación taxonómica para futuros trabajos experimentales. Es significativo que en acuicultura, por ejemplo, sólo se ha recurrido hasta ahora al empleo extensivo de Artemia sp., tal vez debido a su distribución cosmopolita; sin embargo, otros anostracos, entre ellos las Bnanchinecta, ofrecen una perspectiva interesante, ya que los adultos frecuentemente alcanzan tamaños mayores y tienen una mayor producción de huevos que las Artemia (Dimentman y col., 1975). He mencionado también el estado del conocimiento del grupo al momento de iniciar este trabajo, y he destacado la importancia de los trabajos de Daday (1910 a y b), Linder (1941) y Lynch (1937, 1958, 1960, 1964, 1972), a los que se suma la extensa bibliografía del grupo que he consultado permanentemente en el transcurso de la investigación, y que incluyo al final de este trabajo. En el Cap. 1 "Material y Métodos", he planteado la metodología seguida, y he enumerado los carácteres usados en las descripciones, discutiendo en cada caso su aplicabilidad, en el contexto de la gran plasticidad que presenta el grupo. Posteriormente he hecho una breve reseña histórica de la clase Branchiopoda y heF puntualizado el sistema de clasificación seguido en este trabajo: la clasificación de Bowman y Abele (1982), con el agregado de la familia Linderiellidae Brtek 1964. He incluido también las diagnosis de la clase Branchiopoda, de la subclase Sarsostraca, del orden Anostraca, y de la familia Branchinectidae (con la extensión que le dió Linder, 1941); en el caso del género Branchinecta, he señalado que su diagnosis coincide con la de la familia. Entrando de lleno en la taxonomía, he descripto 5 especies de Bnanchinecta nuevas para la ciencia: B. valchetana, B. prima, B. somuncurensis, B. rocaensis y B. vuruloche. He redescripto: B._palustris Birabén, B. papillosa Birabén, B. achalensis César, B. iheringi Lilljeborg, B. leonensis César y B. taresis Birabén. Por otro lado, he redescripto B. granulosa Daday, como un aporte al esclarecimiento de la identidad de la especie, de la cual, el único macho adulto de la serie típica fué declarado perdido por Daday. La falta de este ejemplar para comparación, llevó a Linder (1941) a dudar de la existencia de esta entidad, y a sugerir que correspondía a estadíos Juveniles de B. gaini. Para deslindar claramente B. granulosa de B. gaini he realizado nuevas observaciones morfológicas sobre B. gaini y he comparado extensamente los caracteres diagnósticos de ambas especies. He dedicado un capítulo especial para volcar mis observaciones sobre los filopodios de las especies antes enumeradas, por dos motivos: l) para aportar nuevos datos a la hipótesis de segregación trófica entre sexos propuesta por Daborn (1979); 2) por creer que un dimorfismo sexual muy acentuado, probablemente está indicando diferencias específicas importantes. En todos los casos considerados, he observado un dimorfismo sexual bien evidente, principalmente en la forma del endopodito y en su armadura. Respecto a las fórmulas enditales, el número de sedas anteriores de las enditas 1 y 2 coincide con los valores mencionados por Linder (1941) para todos los anostracos; las desviaciones que he observado respecto de los valores de Linder para Branchinecta en las enditas 3, 4 y 5, casi siempre corresponden al primer par de filopodios en ambos sexos, salvo en B. rocaensis, donde se aprecian discrepancias de estos valores en todos los pares de filopodios en macho y hembra. Fryer (1966) excluye de la generalización de Linder a B. gigas y a B. ferox, ya que ni la primera especie, que es típicamente predadora, ni la segunda especie, que tiene un hábito alimentario intermedio entre predador y filtrador, presentan el número de sedas anteriores en las enditas 3, 4 y 5, indicado por Linder (op. cit.); probablemente, B. rocaensis, que según sugiere César (1985,b) tendría un hábito predador, debería también ser incluída en la excepción de Fryer. Para completar el panorama taxonómico, he elaborado una clave dicotómica para la identificación de las Branchinectidae argentinas, sobre la base de la estructura de la antena del macho, que considero, en coincidencia con Lynch (1972), el carácter más estable en anostracos. En un capítulo aparte, menciono el hallazgo de palpo mandibular en forma reducida, en ejemplares maduros de 19 especies de Branchinecta, y en algunas especies de géneros representativos de otras 5 familias de anostracos (Artemiidae, Chirocephalidae, Polyartemiidae, Streptocephalidae y Thamnocephalidae) (Tabla III). Hasta el momento se consideraba que esta estructura estaba totalmente ausente en la mandíbula de los adultos de Anostraca, salvo unas pocas excepciones (Polyartemia forcipata, Polyartemiella hazeni, Branchinecta iheringi y B. paludosa). La generalización de la persistencia del palpo mandibular en ejemplares maduros de 6 de las 8 familias actualmente reconocidas del orden, impide el seguir considerando este carácter como un indicador de la condición primitiva de una familia en particular. Es posible que este carácter tenga aún una mayor implicancia en lo que hace a relaciones entre taxones de nivel superior en Crustacea. Schram (1986), al elaborar sus cladogramas (fig.37 ), considera que Maxillopoda y Phyllopoda, 2 de las clases por él reconocidas de Crustacea, están caracterizadas en parte por la ausencia de palpo mandibular; según este autor, ésto significa que el palpo mandibular reaparece en ascothorácidos, copépodos, mistacocáridos y ostrácodos. Este enfoque podría cambiar sustancialmente si se considera que el palpo larval se reduce, pero no desaparece completamente, por lo menos en los anostracos adultos. En el capítulo sobre la ubicación de la familia Branchinectidae, he destacado su gran homogeneidad en las características generales, algunas de las cuales le son exclusivas, colocandola en una posición un tanto aislada de las restantes familias de anostracos. Este hecho, obviamente dificulta el establecer probables relaciones de parentesco. Entre esas características exclusivas, he mencionado: la posición de los penes, la ausencia total o el desarrollo de evaginaciones insignificantes en el artejo basal de la antena del macho, el tipo de maxila 2, la segmentación parcial de la antena 1, las ornamentaciones cuticulares torácicas y/o abdominales de las hembras, la presencia de un marcado dimorfismo sexual en los filopodios. Con respecto a esta última característica, podría suponerse que, en primer lugar, es una especialización que conduce a un mejor aprovechamiento del habitat, a través de una segregación trófica de sexos (en apoyo a la hipótesis de Daborn, 1979); en segundo lugar, que está relacionada con el proceso de especiación. Según Wiman (1979), el proceso de especiación en muchos crustáceos de agua dulce parece estar limitado a la lenta acumulación de diferencias genéticas en poblaciones aisladas. De hecho, en la bibliografía son escasas las citas de 2 o más especies de anostracos conviviendo en un mismo cuerpo de agua; sin embargo, en nuestro país, he observado frecuentemente, 2 o más especies de Branchinecta cohabitando el mismo charco. Quizás la causa de esta convivencia podría buscarse , como sugiere Belk (1977 b) en las actividades recientes del hombre. En consecuencia, la aparición simpátrica de especies de anostracos parece ser un fenómeno poco frecuente y reciente. Si las poblaciones aisladas recuperan simpatría, la selección tendería a favorecer mecanismos de aislamiento precopulatorios que impidan la hibridización (Wiman, 1979). Sobre la base de esta información, me he planteado si es posible que el marcado dimorfismo sexual haya sido seleccionado como un mecanismo de aislamiento pre-reproductivo, al recuperar recientemente simpatría algunas poblaciones de anostracos, o si en cambio, se debe a la lenta acumulación de diferencias genéticas en poblaciones alopátricas. Finalmente, en el último capítulo, he reseñado el registro fósil de Anostraca, el cual se remonta al Devónico inferior, pero en el que ninguno de los géneros actuales, salvo Artemia, esta representado, y de las familias actuales, sólo Artemiidae está citada para el Pleistoceno. La amplia distribucion actual del grupo, no respondería a su dispersión pasiva por los huevos de resistencia, sino más bien, seria el resultado de los movimientos continentales en el pasado (Abele, 1982). La distribución moderna de Branchinecta sugiere que es un género muy antiguo, que se habría dispersado por el supercontinente Pangea, cuando las condiciones climáticas y geográficas fueron mas favorables; según Belk (1984 a), la ausencia del genero en algunos fragmentos continentales modernos, se debería a factores principalmente climáticos. La diversidad de los anostracos estaría determinada por: 1) las variaciones climáticas que crean los diversos regímenes de inundación de los cuerpos de agua temporarios; 2) las variaciones locales en las propiedades químicas del agua; 3) el tipo de alimento disponible; 4) la actividad humana. En nuestro pais, hay representantes de 4 de las 8 familias actualmente reconocidas de anostracos; de éstas, Branchinectidae es la que presenta mayor diversidad de especies. Mundialmente, el género Branchinecta está representado en el Ártico, Europa, N y O de América del Norte, N de África, S de América del Sur, isla Georgia del Sur y O de Antártida. En nuestro pais, las especies de Branchinecta se distribuyen en las provincias biogeográficas Patagónica, Pampeana, del Monte, del Espinal, Chaqueña, Insular y Antártica (fig. 36 ; Tabla IV).